A propósito de la tragedia que se vivió en el municipio de Quetame, por cuenta del desbordamiento de la quebrada El Naranjal, la Cámara Colombiana de la Infraestructura se solidariza, en primera instancia, con los familiares de las víctimas fatales. En segundo lugar, el gremio explica, desde la lente técnica, cuáles fueron los factores que desencadenaron la trágica situación y aprovecha para sugerir una serie de medidas que bien podrían evitar circunstancias con desenlaces similares.
• Lo primero para tener en cuenta es que las vías al llano -no solo la de Bogotá a Villavicencio- también la Transversal del Sisga y la carretera Sogamoso-Yopal, se extienden sobre la cordillera Oriental, cuyas características geológicas son realmente desfavorables, ya que se trata de cadenas montañosas jóvenes. A esto habría que sumar agravantes como la amplia deforestación, los sistemáticos cambios de usos de suelo y las intensas lluvias derivadas del cambio climático.
• En su conjunto, lo anterior se vuelve ‘terreno fértil’ para deslizamientos, avalanchas e inundaciones, fenómenos, todos ellos, cada vez más frecuentes y de mayor intensidad. De cara a esa realidad, se hace perentoria una mejor preparación de las autoridades locales y nacionales encargadas del manejo de riesgos, en colaboración con las empresas concesionarias y las entidades del sector transporte, para hacer frente, de la manera más eficiente y oportuna, a las amenazas que se ciernen sobre la infraestructura vial del país.
• Si bien no es posible estimar la cantidad de derrumbes que ocurren cerca a los corredores viales y amenazan las obras de infraestructura construidas, también es cierto que se debe hacer un trabajo muy amplio e integral entre el gobierno nacional con sus entidades, la comunidad y el sector privado para mitigar los riesgos actuales y cambiar las tendencias en deforestación, cambio de usos de suelo, evitar las invasiones de predios en sectores de riesgo por eventos naturales y ejecutar obras de mitigación, entre otras.
• Clave, en este caso particular, reforzar el rol y las acciones emprendidas por las corporaciones autónomas regionales competentes, precisamente las máximas autoridades ambientales encargadas de dar cumplimiento oportuno a los planes, programas y proyectos sobre la protección del medio ambiente. De igual manera, valdría la pena poner la lupa sobre el manejo de los presupuestos de dichas corporaciones para garantizar su eficaz y transparente destinación.
• El cambio climático se convirtió en una suerte de ‘padecimiento crónico’, que si no se atiende de manera integral puede evolucionar hacia una emergencia climática constante, que afecte reiteradamente nuestras vías, la economía del país y la vida de quienes viven y transitan por estos corredores estratégicos.