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Inversión & confianza

Columna

*Juan Martín Caicedo Ferrer, presidente Ejecutivo de la CCI 

Es de civilizaciones sensatas valerse de las coyunturas más adversas para convertirlas en oportunidades.

El sinsabor que dejó a su paso el crecimiento del PIB (0,7 %) en el primer trimestre del año sigue encendiendo alarmas. En un reciente informe, la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económicos (Ocde) concluyó que el crecimiento del producto interno bruto de Colombia se ubicó por debajo del promedio que, durante el primer trimestre de este 2024, alcanzaron los países pertenecientes a ese ‘club’ que promueve las buenas prácticas en todo el mundo. En efecto, desde 2009 –sin tomar en cuenta la época de pandemia– no se evidenciaban indicadores tan lánguidos en la materia.

Si bien, desde una perspectiva técnica, el país no está en periodo de recesión, la economía luce estancada: transita en medio de un terreno farragoso que le impide despegar. Esto último ha sido factor definitivo para exacerbar preocupaciones relacionadas con la confianza inversionista. Durante años, y así lo corroboró en repetidas oportunidades el Banco Mundial en su informe ‘Doing Business’, Colombia se caracterizó por propiciar un clima favorable para hacer negocios.

El renglón de la infraestructura, por ejemplo, demostró que los principales jugadores de la escena financiera e inversionista –local y extranjera– creyeron en el país y en apuestas tan ambiciosas como las concesiones viales, portuarias y aeroportuarias. Por estos días, a la luz de los vaivenes del comportamiento de la economía, no obstante, aquellos que vieron a Colombia como terreno fértil de desarrollo y crecimiento son los mismos que han levantado recientemente su voz para señalar, sin ambages, que hoy el entusiasmo de la inversión está minado.

Es de civilizaciones sensatas valerse de las coyunturas más adversas para convertirlas en oportunidades. Así, a la luz de esa premisa, las dificultades ya referidas allanan el camino para abrir un debate orientado a buscar mecanismos que oxigenen la economía y contribuyan a recuperar la confianza inversionista. Para tal fin, el sector de la infraestructura, por su condición contracíclica, es un actor llamado a protagonizar tan necesario impulso, por supuesto, de la mano del Gobierno, en una suerte de ‘matrimonio’ fluido.

Las oportunidades están servidas: en primera instancia, es fundamental zanjar la problemática, aún no resuelta, de corredores estratégicos como Bogotá-Villavicencio, Quibdó-Medellín, Pasto-Popayán y las vías de frontera de los Santanderes, todos ellos neurálgicos para la conectividad. No menos importante, apurar el paso con la aprobación de las licencias ambientales actualmente en trámite y, de otra parte, honrar el compromiso de las vigencias futuras en el Presupuesto General de la Nación, sin el cual no hubiese sido posible apalancar proyectos cruciales.

Insoslayable, actualizar el esquema tarifario de las concesiones viales y meter el acelerador a fondo al trámite de las denominadas iniciativas privadas (IP), que hoy hacen cola en los despachos oficiales. Prioritario, de igual manera, imprimir buen ritmo –a ratos pausado– a las obras públicas en manos del Estado, así como desatar el nudo gordiano del peaje de Turbaco, que sistemáticamente afecta el buen avance de la vía estratégica Cartagena-Barranquilla.

Por último, aparecen tres asuntos que, incluso, el propio Gobierno ha planteado –con especial énfasis– como prioritarios y requieren acciones concretas: implementar el cobro de la valorización, cuya esencia filosófica es incuestionable; precisar las metas del llamado programa Caminos Comunitarios y potenciar la dinámica del instrumento de obras por impuestos, clave como alternativa para financiar nuevas iniciativas.

En su informe más reciente de ‘Perspectivas económicas’, la Ocde auguró que el crecimiento de Colombia para este 2024 sería, en el mejor escenario, de 1,2 %. Pronóstico que coincide con las perspectivas de crecimiento poco alentadoras del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. ¡Hay tiempo para conjurar las cábalas, incluso las de los más escépticos!