Mientras algunos gobiernos de ultraderecha de la región parecen menospreciar la obra pública, los regímenes de izquierda evidencian ciertas prevenciones de frente al modelo de participación privada. Al menos así quedó planteado, la semana pasada, en la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción, donde tuve el honor de hablar de la exitosa experiencia colombiana en materia de concesiones.
En efecto, el péndulo ideológico que se mece a lo largo del mapa suramericano está atizando este debate: ¿o todo por obra pública o todo por concesión? La respuesta no debería estar en los extremos ideológicos, sino en las realidades fiscales de cada país y en el pragmatismo, sobre todo.
En el caso de Colombia, la realidad ha demostrado que las limitaciones fiscales del Estado no permiten acometer grandes proyectos de infraestructura mediante el esquema tradicional de obra pública. Han sido entonces las concesiones el mecanismo más audaz –y así lo ha demostrado la historia reciente del país– en el momento de emprender ambiciosas apuestas carreteras, portuarias y aeroportuarias. Y ahora que el actual gobierno busca reactivar el modo ferroviario, salta a la vista el hecho de que solo será posible lograr tal empresa, justamente, a través del modelo de participación privada.
Ahora, por el lado de la obra pública, bienvenida siempre y cuando haya la disponibilidad de recursos, la cabal estructuración de los proyectos y, claro está: una contratación transparente y la ejecución eficiente de las obras, con los más altos estándares de calidad.
No obstante lo anterior, persiste –en el caso de la obra pública– una pregunta de fondo: ¿tiene el Estado la capacidad de mantener y operar eficazmente las obras una vez entren en funcionamiento? He ahí el dilema.
Por lo pronto –y así quedó claro en la Asamblea de la Cámara Argentina de la Construcción– debe haber una sociedad indisoluble entre el Estado y el sector privado: el uno, necesariamente, debe coexistir en armonía con el otro. Solo de esa manera ganan las naciones, la conectividad regional y el desarrollo de una Latinoamérica pujante.
Juan Martín Caicedo * Presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura